Con Adán de compañero de inmersión en Caleta, algo de viento, pero resto de condiciones perfectas para realizarla, bajamar en plenitud y olas en torno al metro. Una vez en el agua, la visibilidad acompañó poco.
Bordeamos el arenal durante un buen rato, no hacía corriente alguna, pero en los remansos de arena llena de algas arrancadas por la marea, se dejaba notar que los días anteriores la mar de fondo fue seria.
Buceamos relajadamente, hice pocas fotos, la luz tampoco ayudaba y es que pillamos los 22 metros. Cuando el manómetro marco media botella hicimos cambio de rumbo, reducimos la profundidad dirigiéndonos a la costa y fue en ese momento, precisamenete cuando todo hacía parecer en el chapuzón que iba a ser una vuelta rutinaria, cuando vimos un enorme chucho. Yo hasta ese momento no lo había visto tan grande y la verdad es que me dió respeto.
Descendí hasta la arena, posándome sobre ella suavemente para no molestar al hermoso ejemplar, preparé la cámara para hacer la foto y......, Oh cielos , mi compañero no estaba, había desaparecido ¿se lo habría engullido sin darme cuenta?, no, estaba refugiado en las rocas, y es que ya digo que era enorme. Hice las fotos de turno, y el enorme chucho comenzó a moverse, entonces pensé..... oh cielos, el que va a ser engullido soy yo. Majestuoso desfiló delante de mis ojos a no más de metro y medio, fantástico animal sin duda.
Angelote |
Una vez se alejó, Adán sirvió de referencia para apreciar el tamaño del animal en función a la sombra que dejó durante su descanso en la arena, teniendo en cuenta que mi compañero mide casi los dos metros...., en fin en la foto se puede apreciar.
No salíamos del asombro, seguimos el rumbo y justo cuando ambos alzamos la mirada en dirección a costa para seguir reduciendo la profundidad, nos deleitó un angelote, que itinerante se desplazaba elegantemente, moviendo su aleta caudal de un lado a otro, con ese meneo suave y continuo que atrapa e hipnotiza la mirada y que le da una velocidad crucero envidiable. Y casi a continuación un ratón de pequeño tamaño también migraba de la zona, quizás todo ello provocado por nuestra presencia. Entre tanta aparición de vida de estas características terminamos extraviados, aunque ya habíamos tomado rumbo de vuelta y habíamos reducido considerablemente la profundidad, así que con toda la tranquilidad posible, y aunque no conocíamos en lugar donde estábamos, pusimos todo el empeño en la brújula manteniendo el rumbo a rajatabla hasta que conseguimos llegar a un punto del que guardo recuerdo, por haber coincidido anteriormente con Chema en circunstancias parecidas. Finalmente quedó la rutina de la salida, ruta que aproveché para mostrarle a Adán cuales son mis puntos de referencias.
Adán y la marca del chucho en el fondo |
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