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Adán, Juanma y Chema |
Como en los mejores tiempos, lugar de buceo por explorar y las condiciones acercándose a los límites. Viento, oleaje y algo de resaca, con corrientes en superficie, sin planos y sin rumbos. A favor, lugar de inmersión de los más sencillos y de dificultad más baja, entre otras por su acceso, desde la orilla de la playa de arena negra. Y unos buceadores que van cogiendo hechuras además de apariencias.
Chema y Adán valorando |
Sobre el terreno primero nos familiarizamos con la zona de buceo, por donde entrar, como rompen las olas en costa y la fuerza de la resaca. Desechamos las opciones que nos parecían poco propicias, observamos las dificultades de otro grupo de buceo que asaltaba el mar desde la pequeña playita. Tuvimos la suerte que uno de los lugareños, buceador, recogiendo firmas a fin de conseguir apoyo para solicitar la zona como microárea protegida, nos dio un briefing de lo más práctico. Indicando como llegar a lugares como la cuevita, particularidades de la zona, y recomendaciones a tener en cuenta.
Por sus palabras, Tufia, parecía aquel día tener su peor imagen pero que a pesar de todo no resultaba peligroso.
Visibilidad refucida |
Una vez en el agua, Adán tomó los rumbos y pusimos en marcha el plan acordado. Cuando descendimos nuestra primera señal tras el reglamentario "OK" fue la de permanecer juntos, visibilidad baja, mucha turbidez, mar de fondo pero sin corrientes. Adán que tomó la iniciativa del mando nos llevó con la colaboración de Chema hasta la cuevita, yo me dejé llevar, intentando hacer alguna foto aunque las condiciones no acompañaron.
Visitamos la cuevita rumbo 150 desde las lanchas y desde allí regresamos casi al punto de partida, parando a ver lo más curioso que se nos presentaba, algún nudibranquio y cangrejos arañas en plena tarea reproductiva. Abortamos el plan inicial y uno de los tramos quedó pendiente para otra ocasión, ya que quizás las condiciones ambientales o el estres que supone llevar la dirección de la inmersión hizo que el consumo de Adán fuera superior a lo habitual.
Adán detrás de una roca a la salida de la cuevita |
En un momento pensé que íbamos extraviados de rumbo y consulté con el grupo el estado de situación, hubo pequeñas discrepancias entre los tres que el propio Adán resolvió con convicción y determinación, estaba claro, tenía el control absoluto y con mano firme y certero como un francotirador, puso al grupo exactamente en el lugar de entrada, salida para la ocasión. Haciendo alarde de una orientación fantástica en unas condiciones complicadas.
Cuando asomé la cabeza del agua me sentí orgulloso de tener un compañero como él, y mis primeras palabras fueron de agradecimiento y reconocimiento, como no podía ser de otra manera, por su labor en esta inmersión. Fue tal la comunión, que en la misma orilla con los equipos puestos y el agua aún por nuestras pantorrillas comentábamos la jugada y chocábamos los puños.
Y aunque las condiciones no fueron las deseadas, hizo que sacáramos lo mejor de nosotros, consolidando y fortaleciendo al grupo.
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